Los Alcarrizos, R.D. – Cuando las palabras provienen de la experiencia vivida, su impacto es mayor. Y así lo demostró el ministro de la Juventud, Carlos Valdez, al encabezar la 8va jornada de Juventud con B de Barrio, desarrollada en Los Barrancones de Los Alcarrizos, una comunidad con una de las mayores concentraciones de población joven del país.
La octava jornada de Juventud con B de Barrio reunió a cientos de jóvenes de Los Barrancones para ofrecerles algo más que servicios: una visión diferente de su presente y de su potencial.
“Yo también vengo del barrio, por eso sé lo que cuesta avanzar… pero también sé lo que se puede lograr”, expresó Valdez ante un público atento que no solo lo escuchó, sino que lo sintió como uno de los suyos.
Esta jornada forma parte de una iniciativa que trasciende la asistencia puntual. Juventud con B de Barrio es una estrategia de inclusión real, fundamentada en la Ley General de Juventud 49-00, que reconoce el deber del Estado de estar presente en los territorios más vulnerables, allí donde nacen los sueños con más fuerza y urgencia.
Pero más allá de los servicios, lo que se vivió en Los Alcarrizos fue una reafirmación del derecho a soñar y del deber del Estado de acompañar ese sueño.
Uno de los momentos más inspiradores de la jornada fue la participación de los equipos Apolo 27 y Cygnus 12, jóvenes dominicanos que recientemente brillaron en la competencia internacional HERC de la NASA. Apoyados por el Ministerio de la Juventud, estos estudiantes se han convertido en embajadores de la ciencia criolla, demostrando que la innovación no es privilegio de unos pocos, sino un derecho de todos.
“Ellos vinieron hoy a inspirar desde la experiencia. Su historia demuestra que cuando se cree en el talento, los resultados pueden ser extraordinarios”, señaló Valdez.
En cada jornada de Juventud con B de Barrio se reafirma una idea poderosa: la juventud merece algo más que promesas, merece presencia y respuestas. Por eso, más que una actividad protocolar, esta jornada fue un acto de justicia social, un espacio de reconocimiento, y una puerta abierta hacia un mañana más justo.
Desde Los Regionarios, celebramos este tipo de encuentros que transforman la política en humanidad, y la gestión pública en cercanía. Porque cuando el Estado baja al barrio, no solo ofrece servicios: reconoce dignidades y devuelve esperanzas.