La herida no sanada grita en redes sociales

 

Revista Los Regionarios

“Muy lindo en Instagram, pa’ que yo vea cómo te va de bien, pero te haces mal…” canta Maluma en una de sus canciones más crudas y certeras. Y con esa sola línea, desenmascara lo que muchos viven hoy: una felicidad ensayada, forzada, publicada estratégicamente para demostrar algo… especialmente al que ya no está.

Vivimos tiempos donde las redes sociales no solo son escaparates de estilos de vida, sino también campos de batalla emocionales. Detrás de cada foto “feliz”, cada reel romántico y cada caption motivacional, a veces lo que hay es una herida abierta, sangrando likes.

La necesidad de demostrar que ya “superaste”

El duelo por una ruptura no se publica, pero sí se maquilla. En la era digital, superar a alguien parece depender menos del proceso interno y más de lo que el otro vea desde su pantalla. Se cree erróneamente que “si me ve feliz, gané”. Pero ese tipo de felicidad no es paz, es ego.

La frase “miéntele a todos tus seguidores, que los tiempos de ahora son mejores” es brutalmente honesta. Porque muchas veces no es solo el ex a quien intentamos convencer de que estamos bien. Es a todos. A nuestros seguidores, a los amigos, a la familia… y, sobre todo, a nosotros mismos.

El amor no se compra con nada

La sociedad digital ha creado un espejismo donde se cree que con detalles, viajes, flores y publicaciones se puede medir la calidad del amor. Pero el amor real no se finge, no se acelera y, mucho menos, se publica para vengarse.

No se compra con una cena costosa, ni se valida con una foto en pareja editada con filtros vintage. El amor auténtico no necesita exposición para sentirse. Lo que sí se expone muchas veces, es el vacío. Y lo triste es que muchas personas llenan ese vacío con apariencias, pensando que el ex, los amigos o los “haters” deben verlos felices a toda costa.

Instagram no es terapia

Hay quienes convierten sus perfiles en vitrinas de sanación emocional no resuelta. Y ojo: no está mal compartir momentos felices, inspirar, mostrar avances. Lo preocupante es cuando todo ese contenido nace no de un estado real, sino de la necesidad de tapar lo que no se ha querido enfrentar.

Las redes sociales no son el enemigo. El problema comienza cuando dejamos que sean ellas las que definan cuánto valemos, qué tan sanados estamos o si hemos “ganado” después de una ruptura.

Reparar no es igual a reemplazar

Rehacer tu vida con otra persona no significa que hayas sanado. A veces solo estás repitiendo el patrón con alguien nuevo. Y mientras más rápido tratas de llenar el vacío con imágenes “perfectas”, más evidente es que aún no has enfrentado lo importante: tu parte en la historia.

El verdadero cierre no es el nuevo romance que subes en San Valentín. Es la conversación que tienes contigo mismo, sin público, sin edición. Es el momento en que entiendes que no hay que demostrar nada a nadie.

Conclusión: La sanación no se postea, se trabaja

Así como dice Maluma, puedes verte muy lindo en Instagram, pero eso no es sinónimo de bienestar. Puedes mentirle a todos, pero a ti no. No hay filtro que cubra una herida emocional no tratada. Y mientras más quieras ocultarla con likes, más fuerte grita.

La herida no sanada no necesita seguidores. Necesita silencio, tiempo, introspección… y valentía para sanar de verdad, sin tener que demostrarlo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *