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Turismo dominicano: una joya estratégica que sostiene nuestra economía

 

La República Dominicana no solo es sinónimo de playas paradisíacas, calor humano y cultura vibrante. También es, en 2025, el epicentro del crecimiento turístico del Caribe y una de las economías más dinámicas de la región gracias a la apuesta estratégica por este sector clave.

El informe más reciente de la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana, en conjunto con el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) y Oxford Economics, revela una proyección histórica: el turismo aportará este año más de US$21 mil millones al Producto Interno Bruto (PIB) del país, lo que representa un 15.8 % de nuestra economía nacional. Estas cifras no son solo alentadoras; son contundentes y confirman lo que ya es evidente: el turismo es uno de los pilares más sólidos del desarrollo dominicano.

No solo se trata de ingresos. El turismo hoy emplea a casi 893 mil dominicanos y dominicanas, lo que representa cerca del 18 % de toda nuestra fuerza laboral. Estamos hablando de oportunidades reales, sostenibles y descentralizadas, que llegan a comunidades rurales, zonas costeras y sectores tradicionalmente excluidos del dinamismo económico.

Este crecimiento no ocurre en el vacío. Es el resultado de políticas públicas, de una alianza público-privada que ha logrado estabilidad, promoción internacional y reinvención del modelo turístico. Pero también es fruto del esfuerzo de miles de trabajadores del sector: camareros, guías, transportistas, cocineros, artesanos y pequeños emprendedores que sostienen con pasión y entrega el prestigio del destino dominicano.

Lo que más llama la atención es la proyección regional. Se estima que el turismo generará US$86 mil millones en todo el Caribe, y la República Dominicana seguirá siendo líder indiscutible. ¿Por qué? Porque hemos aprendido que el turismo no es solo sol y playa: es gastronomía, cultura, ecoturismo, turismo de salud, de congresos y eventos, y más recientemente, turismo interno.

Y aquí hay una lección fundamental: el turismo interno ha alcanzado los US$4.1 mil millones, y es clave para diversificar la demanda, reducir la estacionalidad y fortalecer el sentido de pertenencia de los dominicanos con su propio país. No podemos aspirar a ser un destino mundial si nosotros mismos no valoramos lo que tenemos.

El desafío ahora es no dormirse en los laureles. El crecimiento debe ir acompañado de sostenibilidad ambiental, inclusión social y planificación urbana responsable. El turismo no puede convertirse en una burbuja que convive con la pobreza o el deterioro ecológico, sino en una herramienta para cerrar brechas y construir país.

El turismo no es solo un motor económico. Es una expresión de quiénes somos, de cómo nos proyectamos al mundo y de lo que queremos ser en el futuro. Hoy, más que nunca, debemos verlo como una política de Estado, como un proyecto nacional que trasciende gobiernos y coyunturas.

República Dominicana ya es líder. Ahora, el reto es ser referente de un turismo con propósito, con rostro humano y con impacto duradero.

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